martes, 20 de agosto de 2013

Fucking Fracking




Daniel Federicci era un agente financiero; un tiburón de Wall Street; un gángster de la banda “Los Mercados”. Esperaba audiencia junto a la puerta del despacho en la elegante sala de estilo Isabelino del palacio de Lord Worrell, un aristócrata inglés que vivía de alquilar su fantástico patrimonio arquitectónico de interés histórico-artístico. Era sábado por la mañana. El Don había alquilado para ese fin de semana todo el palacio y por ello Federicci tuvo que desplazarse hasta la campiña inglesa desde su apartamento de la 5ª avenida.

Dani Boy, como le llamaban los otros miembros de la banda Los Mercados, estaba tenso. Resonaban aún en su cabeza las palabras que el Don le había dicho un año atrás: “Dani, ya sabes que se nos ha acabado la racha de trapichear con hipotecas, cortarlas con todo tipo de productos basura (hipotecas subprime, etc.) y colocarlas a los incautos que abundan en las ciudades de Europa y USA que no saben lo que se meten. Pero no podemos tener más tiempo quieto el dinero, Dani. Tenemos que renovar la máquina de blanquear. Tienes que inventarte algo rápido y efectivo “ya”, o estarás fuera del negocio”. A Dani dos cosas le aterrorizaron aquel día: una era que sabía cómo habían salido del negocio sus antecesores; la otra (que aún daba más miedo) era la calma y la inusual amabilidad con la que le había hablado el jefe de jefes.

La puerta se abrió y la hija del Don salió vestida para jugar al polo. Ni reparó en la presencia de Federicci. Desde dentro de la sala sonó la voz ronca:

- Entra, Dani.

Entró, saludó y se sentó frente a la mesa del despacho siguiendo las indicaciones del mandamás de la organización. Éste estaba relajado y parecía de buen humor; tal vez por la reciente entrevista con su hija, pensó el Broker.

- Bueno, cuéntame - dijo el Don - ¿Qué innovación me traes?

Dani se había preparado para este momento, era su momento de triunfo, y comenzó:

- Tengo buenas noticias, Don Emilio. Afortunadamente, he encontrado otro filón para especular: el mercado de la energía. Y dentro de éste hay una mierda muy especial y que todavía no conoce el público general: el fracking. Es una basura de negocio. Hay que meter mucho dinero en maquinaria y productos químicos, energía para agujerear hasta 2.000m de profundidad, luego dinamitar la roca allí abajo y sacar el gas, gastando y contaminando millones de litros de agua. Lo bueno es que tenemos que emplear a poca gente y que podemos conseguir que no pongan pegas las ratas de oficina de las agencias de medio ambiente.

- ¿y eso?

- Les convencemos para que digan que al ser subterráneo no hay impacto medioambiental, y funciona. La verdad es que es una ruina, porque a los 5 años un pozo ya no es rentable y hay que abandonarlo. Y durante esos 5 años, es rentable sólo si conseguimos esquivar la gestión de los residuos.

- ¿Fracking? ¿Pero qué mierda me estás contando? Espero que sea una broma…

- Espere, escuche, se me ha ocurrido una estrategia: Vamos a registrar un gran número de empresas fantasma. Las vamos a poner a cotizar en bolsa, y vamos a invertir inicialmente la pasta que necesitamos menear. Vamos a hacer que crezcan las expectativas, pidiendo más y más concesiones, aunque solo sea para investigación. Si encontramos gas, nadie tendrá huevos de oponerse a que lo explotemos. Pero bueno, qué más da si llegamos a explotarlo o no. En todo caso, vamos a crear un aumento de expectativas a nivel mundial suficiente para que las acciones de nuestras empresas de fracking suban como la espuma.

Al Don se le relajó la vena del cuello y se le curvaron los labios en lo más parecido a una sonrisa de que era capaz.

- Cuando llevemos 4 o 5 años de ganancias en bolsa - prosiguió Dani - empezarán a entrar los inversores julays en nuestras empresas, y empezaremos a venderles las acciones. A medio plazo las empresas quebrarán, pero nuestro dinero ya estará fuera y se habrá multiplicado.

El Don estaba contento y Dani se relajó. Si al Don le iba bien, a él le iba bien. Sin embargo, una sombra de duda arrugó durante un instante la frente del magnate. Se inclinó hacia adelante apoyándose en la mesa, y señalando al bróker con el índice le espetó:

- Espera. ¿No tendremos problemas con las malditas leyes medioambientales?

- No señor, estamos en ello. El equipo de Joe se ha encargado de crear un lobby para ir untando a los senadores, diputados, ministros, consejeros y todo tipo de espantapájaros que se nos crucen por el camino. El bueno de Joe y su gente saben incluso convencer a muchos de ellos sin tener que llegar a untarles.

- ¡Qué hábil es el jodido Joe! – El Don se veía satisfecho.

- Fíjese, ha conseguido convencer al negro de la Casa Blanca de que ésta es la solución al problema de la energía, ja, ja, ja.

Los dos hombres rieron francamente un rato breve. Pero el poco tiempo con que el jefe le permitía explicarse había que aprovecharlo intensamente, y Dani continuó su discurso:

- Ahora está en Europa

-¿Joe?

- Sí, estamos extendiendo el número de empresas y concesiones. Le he mandado a España, a la que tenemos cogida por los huevos de la deuda. Se ha trabajado bien al Presidente, y hemos conseguido que cambien la legislación a nuestro favor. Ahora está de ronda por los gobiernos autonómicos. En cuanto le ven llegar con el maletín se les hace el culo gaseosa. Como tenemos comprado al gobierno central, todas las concesiones que pedimos intentamos que sean de varias comunidades. Estas salen adelante solas. Luego hay que trabajarse más las que dependen exclusivamente de gobiernos regionales. Algunas comunidades se nos han resistido. Los tocapelotas de ecologistas y algunos alcaldes paletos se han puesto a declarar zonas ¡Libres de Fracking! ¡ja, ja, ja! ¡Qué fácil los hemos esquivado con las concesiones para investigación! Sobre todo en las regiones con poca gente. Como en Aragón, donde a los políticos de Zaragoza se la suda tener enfadados a unos pocos miles de pueblerinos. Ya tenemos casi todo el Prepirineo y el Valle del Ebro lleno de concesiones de investigación. Las acciones están subiendo como la espuma. Espero que esté satisfecho, Don Emilio.

El Don estaba satisfecho. Las dos primeras entrevistas del día le habían dado buenas alegrías. Pero tenía que despedirse, porque había quedado a media mañana con Lord Worrell para la caza del Zorro.

- Dani, me has alegrado la mañana; te invito a venir con nosotros a cazar el zorro. ¿Aceptas?

- Gracias, señor Botín, pero tengo mucho trabajo.

- ¡Trabajas demasiado, muchacho!

Se despidieron en la mansión y Dani salió sin pérdida de tiempo en el taxi que le esperaba en la puerta. De camino al aeropuerto, repasó mentalmente los puntos clave de la reunión que le esperaba en Madrid aquella misma tarde. Tenía que dejarle unas cuantas cosas claras al ministro Soria. La nueva reforma de la ley energética de España que estaban preparando tenía que asegurar que seguirían subiendo sus acciones en las grandes compañías eléctricas, al menos durante unos pocos años más. Y por supuesto, había que hundir a aquellos bastardos que pretendían meterse por su cuenta en el negocio aprovechando el fácil acceso a las renovables.