Dejarse caer. Sentir la aceleración que te hace deslizar cada vez más rápido. Doblar rodillas, bajar el tronco, separar los pies y balancear tu cuerpo. Regular, con el giro que te retiene, la velocidad hasta igualar frenada y aceleración. Descender entonces a velocidad constante, sinuosamente, bailando en ondas sobre la nieve polvo virgen caida el día anterior, bajo el primer sol de la mañana. Gozar.
Hoy he madrugado bastante, ya que prometí a mis hijas acompañarlas a las once de la mañana a pasear algunos perros en el albergue de la asociación protectora de Jaca (Asociación Protectora de Animales y Plantas Pirineos, APAPP). De todos modos, a las 7,15, cuando me he calzado los esquís en el mismo puerto del Cotefablo, ya he podido guardar la frontal. Había mucha nieve caída durante la semana y sobre todo el día anterior. Nieve fresca, polvo, desde abajo hasta arriba. Había despejado por la noche y hacía una buena temperatura (-2ºC). He subido al Pelopín, corta excursión sin riesgos, apta para ir en solitario un día con riesgo 4 de aludes por encima de 2.000 metros. Uns mañana preciosa, entre borrascas del día anterior y de la tarde, esta tarde en la que escribo ya con todo el Pirineo tapado por las nubes y lloviendo suavemente en Jaca. A veces ocurren estas cosas, ¡y qué agusto te quedas! Una sola gota amarga: no haberlo compartido.
Os dejo algunas fotos:
Y un vídeo, con música de Norah Jones (canción "Good Morning", del album "Little Broken Hearts")
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