El pasado 29 de diciembre del año ya pasado de 2010, subimos en familia al Adarra, aunando a tres generaciones: La amatxi Karmele, los hijos y nuera Pablo, Dani y Pili, y las nietas Alba, Luna y Haizea.
Día de viento sur de invierno, de ese que en Donostia da calor y en las cimas arrecia y hace que se te caiga la moquita. Y así fue, porque en cuanto salimos del bosque anduvimos peleando contra el viento, sobre todo en las cercanías de la cumbre.Con el viento en la cara,
las piernas cansadas
y las manos enlazadas,
un hombre y una mujer...
son mucho más que cualquier Dios.
Lo bueno de estos días es que la visibilidad suele ser muy buena. Además, al final salió el sol y la bajada fue de lo más placentera.
Desde la cima del Adarra se ve San Sebastián muy cerca. Las jóvenes generaciones inventan los que serán nuevos deportes-aventura del futuro: Aquí el "descenso en body-rolling":
2 comentarios:
De lo mejorcito lasbody-rolling girls
Siempre me ha intrigado el efecto regenerador de energía que da la subida a una cumbre
Buen reortaje, Dani, está guay una salida trigeneracional.
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